Alejado de todo y a merced de un mar encrespado que lo depositó a la orilla del cabo San Pablo, esta enorme mole descansa a la espera de alguien que lo visite y le vuelva a dar vida con sus aventuras imaginarias, trepado a lo alto de sus hierros oxidados. Una nueva aventura de la familia que viaja por la Patagonia, con ustedes…. una nueva aventura de Libros de Viaje: en el Desdémona, un naufragio con mucha historia.
Viajamos por la ruta 3 en la isla grande de Tierra del Fuego una mañana muy fría de principios de septiembre. Nevó un poco durante la noche, pero no lo suficiente como para tener que ponerle cadenas a las ruedas. Eso nos ahorró media hora de trabajo a la intemperie expuestos a temperaturas bajo cero, aunque con las medias térmicas, el pantalón de esquí y nuestros sweaters y gorros de lanasdeviaje, estamos bien abrigados.
Es muy temprano y casi no hay movimiento, salvo por unos pocos camiones que circulan de frente y se pierden en el horizonte del espejo retrovisor. El spray que desparraman sus ruedas, mezcla de nieve derretida y barro, ensucia el parabrisas. Accionamos los sapitos y el chorro de agua se congela al contacto con el vidrio opacando completamente nuestra visión. Paramos en la banquina y nos vemos obligados a usar el agua caliente del termo para limpiarlo, comprometiendo la ronda de mates.
En la intersección con la ruta A cerca de Tohluin, uno de los escasos caminos secundarios que desobedecen la traza de la ruta principal, nos desviamos en dirección al Cabo San Pablo en busca de nuestro objetivo: el barco encallado Desdémona. Al cabo de 40 kilómetros llegamos al puente sobre el río Ladrillero junto a su desembocadura en la orilla del mar. Más adelante y coronando la cima del cabo se encuentra el faro San Pablo de 6 metros de altura con una linterna de 12 millas náuticas de alcance. A sus pies y junto al mar están los restos abandonados de una hostería que alguna vez formó parte de un plan del gobierno para formar un circuito turístico por la zona.
Precisamente ahí está lo que veníamos a buscar. Apoyado sobre la arena, levemente inclinado a babor, descansa el Desdémona, un enorme buque carguero de 80 metros de eslora y más de 12 metros de manga. Su casco de hierro ha tomado un color rojizo oscuro, corroído por el tiempo que va desgastando su cuerpo dormido. Un recorrido por los alrededores descubre un par de anclas tan fuertemente incrustadas en el suelo que ni siquiera la fuerza del mar logra mover de su sitio. Aún permanecen unidas al barco a través de las cadenas que asoman sobre las piedras del fondo.
Un profundo agujero en popa permite el acceso a las bodegas en donde todavía es posible ver algunas bolsas de cemento que no pudieron salvarse del naufragio. Una escalera maltrecha abre la posibilidad de trepar hasta la cubierta en donde la fantástica vista de los alrededores contrasta con la escena fantasmagórica de un buque despojado de todos sus elementos de navegación y confort. Todo lo que queda son los hierros fríos que conformaron alguna vez el casco de una nave moderna que recorrió las costas patagónicas.
Ya en tierra, se puede ver en popa, la gran hélice que daba empuje al barco. Sus cuatro aspas del tamaño de una persona, perdieron hace tiempo el timón de mando recostado sobre el suelo cuando se rompió el eje que lo unía al casco. La proa en cambio conserva todavía las letras que indican su nombre en un intento por perpetrarse en el tiempo junto al orificio por el que desciende la vieja cadena que lo une al ancla de estribor.
Mientras estábamos distraídos contemplando esta gran mole de hierro, la pleamar fue avanzando a ritmo sostenido hasta inundar las inmediaciones del casco. La sentimos bajo nuestros pies cuando intentamos saltar unas rocas que ya habían quedado aisladas por el agua salada del océano, aquel que vio navegar al mismísimo Desdémona en sus mejores años.
Google Map: -54.2980, -66.7000
Lugar: Cabo San Pablo / Ruta Provincial A / a 80 kilómetros de Tolhuin / Tierra del Fuego.
Fuente y más info: librosdeviaje.com.ar