Detrás de una gran obra, hay grandes autores de letra y música. Fueron un porteño de padre español, por un lado, y un español que terminaría muriendo en su patria, por el otro: Vicente López y Planes y Blas Parera Morat. El 11 de mayo de 1813, la Asamblea General Constituyente lo sancionó como marcha patriótica oficial.
Hoy celebramos el Día del Himno Nacional en conmemoración del 11 de mayo 1813, cuando la asamblea reunida ese año consagró la marcha patriótica creada por Vicente López y Planes y Blas Parera como el Himno Nacional.
Cuenta la historia que la noche del domingo 24 de mayo de 1812, Vicente López y Planes fue uno de los espectadores que habían ido al Teatro El Coliseo a ver la obra El 25 de Mayo, a la que el catalán Blas Parera le ponía música. Dicen que, inspirado por el coro interpretado por el pueblo que le cantaba a la libertad, escribió los primeros versos de una canción patriótica, numen de lo que sería el himno nacional.
Hubo historiadores que se ocuparon, en sendos trabajos, de descubrir los orígenes y el desarrollo de este símbolo patrio, como son Esteban Buch, Luis Cánepa y Dardo Corvalán Mendilaharsu, por nombrar a algunos. Ya en 1810 había sido publicada en La Gaceta una primera canción patria.
Como todos sabemos, los versos de esta marcha habían brotado de la inspiración del abogado Vicente López y Planes, y la música fue creada por el catalán Blas Parera. Este último cobró honorarios por la composición y ejecución de la marcha, a diferencia de López y Planes, que cedió a la patria estas estrofas sin aceptar remuneración alguna.
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En 1884, Lucio López, único nieto del autor del himno, ofreció su versión del nacimiento de estas estrofas, según él, brotadas de la inspiración que asaltó a don Vicente durante la representación de Antonio y Cleopatra de Ducis. Esa noche, don Vicente permaneció insomne, y al día siguiente, buscó la aprobación de sus amigos de Luca, Paso y García, los primeros en derramar lágrimas de fervor patriótico por estos versos conmovedores que serían el símbolo de unión de una nación.
La marcha de Vicente López subsistió a pesar de los intentos de reconciliación con España que hicieron algunos Gobiernos patrios después de 1813.
Si bien hoy evocamos a Vicente López y Planes y a Blas Parera, la historia de nuestro Himno no estaría completa sin hablar de Juan Pedro Esnaola, porque las partituras que dejó Blas Parera se perdieron por mucho tiempo. Los acordes de nuestro himno pudieron ser reconstruidos gracias a la memoria de Esnaola, quien frecuentaba la tertulia de Mariquita Sánchez, la misma donde se escucharon los acordes del Himno en una de sus primeras ejecuciones.
En 1847, Esnaola bosquejó un primer arreglo de la marcha patriótica, tal cual la recordaba desde su infancia y en 1860 realizó otro arreglo por encargo del director de Bandas Militares. Esta versión es la que en 1928 se convirtió en el Himno Nacional Argentino, confirmado por decreto en 1944.
Versión actual
Oid Mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! Oid el ruido de rotas cadenas: Ved en trono a la noble Igualdad. Ya su trono dignísimo abrieron las Provincias Unidas del Sud, y los libres del mundo responden ¡Al gran Pueblo Argentino salud!
(Coro) Sean eternos los laureles que supimos conseguir: coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir.
Versión original
Sean eternos los laureles que supimos conseguir: Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir. Oid ¡mortales! el grito sagrado: ¡Libertad, libertad, libertad! Oid el ruido de rotas cadenas: Ved en trono a la noble Igualdad. Se levanta a la faz de la tierra Una nueva y gloriosa Nación: Coronada su sien de laureles Y a su planta rendido un León.
(Coro) De los nuevos campeones los rostros Marte mismo parece animar; La grandeza se anida en sus pechos, A su marcha todo hacen temblar. Se conmueven del Inca las tumbas Y en sus huesos revive el ardor, Lo que ve renovando a sus hijos De la Patria el antiguo esplendor.
(Coro) Pero sierras y muros se sienten Retumbar con horrible fragor: Todo el país se conturba con gritos de venganza, de guerra y furor. En los fieros tiranos la envidia Escupió su pestífera hiel Su estandarte sangriento levantan Provocando a la lid más cruel.
(Coro) ¿No los veis sobre Méjico y Quito Arrojarse con saña tenaz? ¿Y cual lloran bañados en sangre Potosí, Cochabamba y la Paz? ¿No los veis sobre el triste Caracas Luto y llanto y muerte esparcir? ¿No los veis devorando cual fieras todo pueblo que logran rendir?
(Coro) A vosotros se atreve ¡Argentinos! El orgullo del vil invasor, Vuestros campos ya pisa contando Tantas glorias hollar vencedor. Mas los bravos que unidos juraron Su feliz libertad sostener. A esos tigres sedientos de sangre Fuertes pechos sabrán oponer.
(Coro) El valiente argentino a las armas Corre ardiendo con brío y valor, El clarín de la guerra cual trueno En los campos del Sud resonó; Buenos Aires se pone a la frente De los pueblos de la ínclita Unión, Y con brazos robustos desgarran Al ibérico altivo León.
(Coro) San José, San Lorenzo, Suipacha, Ambas Piedras, Salta y Tucumán, La Colonia y las mismas murallas Del tirano en la Banda Oriental; Son letreros eternos que dicen: «Aquí el brazo argentino triunfó.» «Aquí el fiero opresor de la patria Su cerviz orgullosa dobló.»
(Coro) La victoria al guerrero argentino Con sus alas brillantes cubrió, Y azorado a su vista el tirano Con infamia a la fuga se dio; Sus banderas, sus armas se rinden Por trofeos a la Libertad. Y sobre alas de gloria alza el pueblo Trono digno a su gran majestad.
(Coro) Desde un polo hasta el otro resuena De la fama el sonoro clarín. Y de América el nombre enseñado, Les repite ¡mortales! Oíd: ¡Ya su trono dignísimo abrieron las Provincias Unidas del Sud! Y los libres del mundo responden: ¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!.