Inaugurado en 1745, Santa Catalina de Siena fue el primer convento para mujeres de la Ciudad de Buenos Aires.
Se construyó para albergar a las monjas catalinas de la segunda orden dominicana, que residieron aquí hasta 1974.
Uno de los más antiguos y prestigiosos de la ciudad en su etapa colonial y muy vinculado a la historia del país.
El monasterio y la iglesia fueron diseñados por el arquitecto jesuita Andrea Bianchi, pero en el curso de su construcción, que llevó casi medio siglo, se introdujeron varias modificaciones al proyecto original.
En la fachada de la iglesia se destacan cuatro pilastras coronadas con capitel de estilo jónico que enmarcan vanos superpuestos.
El edificio fue construido íntegramente de ladrillo y cal. Está compuesto por dos plantas dominadas por dos imponentes claustros, uno alto y otro bajo, con el correspondiente número de celdas para albergar cuarenta monjas conventuales. La circulación se desarrolla en torno a un patio central.
El frontón neoclásico lleva inscripto el lema In hoc signo vincis (Con este signo vencerás).
Una placa de mármol evoca la heroica defensa de la Ciudad contra los invasores ingleses en 1807, y recuerda que en esos días el templo funcionó como hospital para heridos de ambos bandos.
Tanto el monasterio como la iglesia fueron declarados Monumento Histórico Nacional.
¿Sabías qué?
Hasta 1872 el desembarco en el Puerto de Buenos Aires se efectuaba principalmente en el fondeadero natural de Balizas Interiores transbordando a carretas. Ese año se construyó un largo muelle que fue llamado «de las Catalinas» por estar ubicado frente al monasterio. Penetraba varios cientos de metros en el río y operó durante dos décadas hasta la reestructuración del puerto por el ingeniero Eduardo Madero. Contaba con líneas férreas y grandes depósitos.