Es en este sitio, donde se encuentra las Ruinas de Ibatin, donde se realizó la primera fundación de la ciudad Tucumán a mediados del 1500.
Todavía se conservan los cimientos de esta primitiva ciudad, testimonio del nacimiento de una de las provincias más prósperas de Argentina.
El origen de estas tierras se remonta al año 1565 cuando el español Diego de Villaroel, por orden del gobernador Francisco de Aguirre, fundó ‘San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión’ en la localidad de Ibatín.
La traza fundacional se realizó en forma de damero (como un tablero de ajedrez) de 7X7 con una plaza en el centro, esto respondía al modelo de las ciudades hispanoamericanas que se fundaron durante los siglos XVI y XVII.
Las constantes inundaciones, las fiebres palúdicas y la nueva traza del camino que bajaba desde el Alto Perú hicieron que la naciente ciudad fuera trasladada 120 años después.
La segunda fundación de Tucumán se realizó en 1685 en el sitio de su actual emplazamiento, conocido como La Toma a unos 65 km. al norte de Ibatín.
Allí la traza se amplió a 9×9 pero la ubicación de los principales edificios se conservó: el Cabildo, la Iglesia Matriz y el Convento de los Padres Jesuitas (luego reemplazados por los franciscanos).
Rápidamente muchos habitantes se trasladaron desde Ibatín y la ciudad fue creciendo en los alrededores.
Los primeros trabajos de restauración realizados, descubrieron los cimientos de la plaza principal, el antiguo cabildo y otras iglesias.
Para llegar a las Ruinas de Ibatin hay que seguir la Ruta Provincial 325, luego cruzar el Puente sobre el Río Pueblo Viejo, doblar a la izquierda y continuar por un camino de tierra.
Después de andar aproximadamente 5 km. se accede al Sitio de Ibatín.
Una curiosa historia acompaña a una jarra de plata labrada de origen español que se encontró en el sitio durante unas excavaciones.
Fue robada y durante años no se supo nada de ella hasta que por casualidad una historiadora tucumana que paseaba por una feria de España la encontró.
La Jarrita estaba en la tapa de un catálogo junto a varios objetos que iban a ser subastados. Un diario local, al enterarse decidió recuperarla y la compró.
Hoy, bien resguardada se la puede ver el Museo Histórico Provincial Nicolás Avellaneda.
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