Este sistema de caminos de los Andes, conocido como Qhapaq Ñan, fue una de las soluciones más importantes creadas por el hombre para un mejor aprovechamiento de los distintos ecosistemas andinos y para vincular a los pueblos ubicados en sus varias regiones.
De esta manera favoreció la interacción de los valores sociales, económicos, culturales, tecnológicos, políticos e ideológicos Incas a lo largo del Tawantinsuyu; conocido desde el siglo XVI como Qhapaq Ñan (Gran Camino).
Este camino Inca de más de 30000 km de largo conectaba varios centros de producción, administrativos y ceremoniales construidos en más de 2000 años de cultura andina pre-inca.
La importancia del Qhapaq Ñan radica no sólo en su magnitud, sino también en la notable ingeniería aplicada en la agreste geografía, así como en la capacidad de organizar y unificar el inmenso territorio andino y en el manejo efectivo de las poblaciones asociadas, cada una de ellas con tradiciones propias que continúan vigentes.
El Qhapaq Ñan es producto de la acumulación de múltiples experiencias de las sociedades que habitaron el territorio andino a lo largo de siglos de historia.
Se sabe que los diferentes pueblos originarios trazaron caminos y rutas que luego las incas incorporaron y articularon a su propio sistema camionero.
Es un itinerario cultural, transnacional y seriado, que constituye una obra física única, de gran trascendencia para la historia de la humanidad y de escala continental para América del Sur.
Su construcción plasmó una extraordinaria red caminera planificada y articulada que atravesaba una de las geografías más accidentadas y extremas del planeta, caracterizada por albergar la mayor diversidad biológica mundial acompañada por una enorme diversidad cultural.
Todos los territorios estaban ligados al eje longitudinal de la Cordillera de los Andes, que hacia posible conectar los pueblos y paisajes dentro de una sola matriz caminera.
En este se pueden encontrar ejemplos tecnológicos excepcionales de viabilidad, de arquitectura y de ingeniería, solucionando las múltiples dificultades del terreno y adaptándose a sus variables paisajísticas, por medio de puentes, escaleras, cunetas y empedrados, que aseguraban, gracias a un específico programa de mantenimiento, la continuidad, seguridad y conservación del Qhapaq Ñan, a la par que señalizaciones, almacenes y postas de reposo y abastecimiento (tambos) facilitaban el tránsito a lo largo de la ruta.
Esta extensa red usada por los Incas principalmente en el siglo XV llegó a conectar y comunicar los diversos territorios, y sus particulares desarrollos, de lo que hoy son los países andinos de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
Por este Camino del Inca circularon ejércitos, poblaciones íntegras, cuyo número podía ser superior a 40.000 personas, acompañados por un número significativo de caravanas de llamas, que trasladaban bienes y materias primas.
En nuestro país atraviesa siete provincias: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza.
Los segmentos del Qhapaq Ñan y sitios asociados propuestos por Argentina son testimonio tangible de un fenómeno de integración multicultural y de diversidades ecológicas sin parangón en la historia mundial.
Esto incluye los desafíos logísticos implicados (extracción y almacenaje de recursos agrícolas, pastoriles y mineros, movilización de mano de obra y aprovisionamiento de vías que surcan vastos desiertos), de una manejo militar y cultural excepcional de las fronteras políticas y de una tradición espiritual única en el mundo, que rindió culto a las montañas practicando ritos y sacrificios en adoratorios erigidos en numerosas cumbres de más de 6000 metros de altura.
El Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) de la Dirección de Patrimonio y Museos del Ministerio de Cultura de la Nación, ha trabajado por más de diez años en forma conjunta con las 7 provincias argentinas y los 6 países del área andina en la elaboración, puesta en valor y reconocimiento del valor universal excepcional de este bien.
Este proceso ha tenido lugar a través de un dialogo constante con las comunidades locales, y de una intensa gestión participativa; con el acompañamiento permanente de el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, al cual se ha sumado el Ministerio de Turismo de la Nación, a través de la elaboración del Plan de Uso Público.
El Qhapaq Ñan Sistema Vial Andino y los sitios arqueológicos asociados constituyen el vínculo de las comunidades con su historia, con sus antepasados, con su territorio; además de ser elementos fortalecedores de la identidad cultural.
El Qhapaq Ñan-Sistema Vial Andino ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como Itinerario Cultural Transnacional y Seriado el 21 de junio a las 18.35 en la ciudad de Doha, Estado de Qatar.
Su declaratoria como Patrimonio Mundial no sólo es una revalorización y fortalecimiento de la identidad y la diversidad cultural, sino que al mismo tiempo se convierte en una posibilidad para generar iniciativas de desarrollo local, que contribuyan a la conservación del bien, del medio ambiente y a la mejora de la calidad de vida de las comunidades.
El Camino del Inca también expresaba su armoniosa relación con su gente y su adaptación al complejo paisaje andino.
Hoy en día, el paisaje cultural del Qhapaq Ñan forma un excepcional telón de fondo, en donde las culturas andinas continúan transmitiendo un mensaje universal: la habilidad humana para convertir uno de los escenarios geográficos más duros del continente americano en un entorno habitable.
Hoy los estados de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú han traducido esa herencia viva en un proyecto de integración transnacional, que se compromete a salvaguardar la excepcionalidad de este patrimonio cultural común de Andino América, legado único para el mundo.
La Argentina ha seleccionado 13 segmentos del camino del Inca en las 7 provincias involucradas y 32 sitios arqueológicos asociados.
La longitud total de los tramos de camino propuestos para la nominación es de 118,527 km.
Los segmentos argentinos del Qhapaq Ñan ilustran muy bien la capacidad de los Incas, tanto para vencer los obstáculos del medio, como para aprovechar las potencialidades que sus variaciones encierran para las poblaciones humanas.
La sección Complejo Ceremonial Llullaillaco que transcurre entre los 4800 y 6670 metros sobre el nivel del mar ofrece el ejemplo más sorprendente de la capacidad de los Incas de dominar la cima de los cerros, erigiendo caminos y edificios a mayor altura que ninguna otra población de la historia.
El Inca, fue el único pueblo que ocupó sistemáticamente, como parte de su religiosidad, las cumbres de uno de los grandes sistemas montañosos del mundo.
Esta larga tradición tuvo por protagonistas a los espíritus de los cerros (apus).
Se han registrado más de un centenar de santuarios, a diversa altura y de distinta complejidad, que pueden incluir altares, recintos ceremoniales, ofrendas y sacrificios humanos (capacocha).
Como es sabido, el Qollasuyu, y el Noroeste argentino en particular, alberga la mayor proporción de los santuarios de altura del Tawantinsuyu.
Fuente:Instituto Nacional De Antropología Y Pensamiento Latinoamericano