Su ubicación cercana a la zona céntrica de la ciudad, lo extenso de su área y su vista al río hacen de este distrito sea uno de los más adinerados de Buenos Aires.
A fines del siglo XIX se decidió brindar a la Ciudad una infraestructura portuaria adecuada, lo que dio origen a un importante debate en la sociedad porteña en torno a dos proyectos: el del ingeniero Luis A. Huergo y el de Eduardo Madero.
La propuesta de Madero, que preveía la ubicación del puerto en las inmediaciones de la Plaza de Mayo, fue aprobada por el Congreso de la Nación en 1882.
Las obras se inauguraron en 1897. Más adelante, a principios del siglo XX, se edificaron los depósitos de ladrillo rojo, que hoy constituyen la estampa del barrio. Luego, hacia 1916, se trazó la avenida Costanera, uno de los paseos predilectos de los porteños, y se creó el Balneario Municipal.
Debido al deterioro de las instalaciones, entre 1911 y 1930 se construyó el Puerto Nuevo en reemplazo del proyectado por Madero, que quedó abandonado durante más de cincuenta años.
En 1989 se resolvió rescatar la vieja zona portuaria para integrar la Ciudad al Río.
El proyecto, liderado por la Corporación Antiguo Puerto Madero –una sociedad mixta conformada por el Gobierno nacional y el de la Ciudad– implicó la recuperación de 170 hectáreas para viviendas y espacio público.
Este barrio, cuyas calles rinden homenaje a mujeres destacadas de la historia argentina, pronto se transformó en un exclusivo centro residencial, gastronómico y de negocios de la Ciudad.