Un recorrido de tres horas para conocer siete de los ocho volcanes más altos del mundo. Son visibles en un recorrido por la RN 60, en la zona conocida como los Seismiles al norte de Fiambalá y camino al Paso de San Francisco en Catamarca.
Siete de los ocho volcanes más altos del mundo son visibles en un recorrido de menos de tres horas por la Ruta Nacional 60, en la provincia de Catamarca, en la zona conocida como los Seismiles -por la altura de esas maravillas naturales- al norte de la ciudad de Fiambalá y camino al Paso de San Francisco, donde las montañas son atravesadas por profundos valles.
El recorrido fue definido por el director provincial de Promoción Turística provincial, Marcelo Sosa, como «un lugar maravilloso«, ya que después de la cordillera del Himlaya, es «la más alta del mundo«, con su propia marca: Alta Catamarca, por sus «25 cumbres de más de 6.000 metros sobre el nivel del mar», destacó.
Las moles están a la vera del camino de Tinogasta, pasando por Fiambalá, rumbo al paso que comunica con la ciudad chilena de Copiapó, de la tercera región, con cuyo país Argentina comparte el volcán más alto del mundo, el Nevado Ojos del Salado, de 6.880 metros sobre el nivel del mar.
El paisaje se completa con el Monte Pissis, el Cerro Bonete Chico, el Nevado Tres Cruces, el Llullaillaco, el Walther Penck y el Incahuasi, una lista a las que se podría sumar, ya en Mendoza, el mítico Tupungato, y más allá de las fronteras argentino-chilenas, el Sajama de Bolivia en la zona donde se libraron las batallas de Vilcapugio y Ayohuma.
Desde su inicio, el recorrido por la Ruta Nacional 60 es un espectáculo en sí mismo, elevándose en los primeros 50 kilómetros de los 1.500 a los 3.000 metros sobre el nivel del mar, para ir ascendiendo de manera tal que el Paso San Francisco ya supera la impresionante altura de los 6.000, razón por la cual las autoridades aconsejan averiguar si el vehículo en el que se visita la zona sufre o no apuntamiento, y como remediarlo para evitar inconvenientes.
Tinogasta es la capital de ese departamento y cuenta con cerca de 500 camas, pero Fiambalá, 60 kilómetros al norte, reconocida entre otros atractivos por sus termas, dobla ese número con sus hoteles, cabañas, hostels y hosterías a las que hay que sumarles en ambas ciudades los camping, como el tradicional de las Termas de Fiambalá.
En cuanto a la oferta gastronómica, Sosa diijo que es la típica del norte argentino, «sobre todo cabrito, empanadas con pasas de uva, tamales y humita«, ideales para los vegetarianos, por ser la única comida sin carne de la cocina tradicional del país.
La fuerte inmigración libanesa en la zona de Belén produjo un plato llamado jigote, un guisado de carne o de pollo y vegetales muy típico de la región que tiene como finalidad revitalizar a las personas que lo comen, como embarazadas u operados.
Además del espectáculos de los volcanes, se puede disfrutar de una variada gama de atractivos turísticos, como la Ruta del Adobe, con sus iglesias y capillas que se emplazan desde Tinogasta a Fiamba, y los pueblos de El Puesto, del siglo XVIII, donde se encuentran la Ruta del Telar y la del Vino, en el que sobresalen las uvas malbec y syrá, en la Bodega La Esperanza, de Juan Longo.
También es considerado un producto genuino para el turismo la música folclórica, que es impulsada fuertemente desde el gobierno provincial con créditos para aquellos emprendedores que quieren abrir peñas o lugares con comidas típicas y música, sobre todo porque en general se trata de músicos que no son profesionales.