Una tierra sembrada de ovejas que pastan en potreros que parecen no tener fin. Un puñado de hombres de a caballo que arrían centenares de animales hacia los corrales. Enormes galpones de esquila. Esto es el folclore de las estancias patagónicas. Una nueva aventura de la familia que viaja por la Patagonia, esta vez en con un de los signos irrevocables de la Patagonia, la esquila!.
Llegamos a una estancia de Tierra del Fuego cercana a Río Grande en plena época de esquila. El movimiento de hombres y animales era intenso. Desde las colinas cientos de ovejas bajaban arriadas por un par de gauchos y un puñado de perros cuya capacidad para el manejo de los animales es extraordinaria.
A medida que nos acercamos al galpón de esquila, vamos tomando conciencia del enorme tamaño que tienen las instalaciones. A un lado, varios corrales agrupan a las ovejas que van a ser esquiladas. Una puerta de madera les da paso hacia el interior en donde son tomadas una a una para despojarlas de su lana.
Los rayos de sol que penetran por los ventanales dan cuenta del polvo que flota en el aire templado por la multitud de animales y personas. Las tijeras separan el vellón al ritmo de los esquiladores y las maderas del piso crujen con el paso de los cascos de aquellas que ya fueron esquiladas. El ruido se multiplica hacia el infinito entre el balido de las ovejas y los gritos de los peones.
Adentro hay un mundo aparte. Los hombres se desenvuelven con gran habilidad para manejar a los animales que ingresan, pelarlos en un par de minutos y largados nuevamente por una manga hacia el exterior. Todo está perfectamente sincronizado. El vellón va a parar a una mesa en donde se separa por calidad y de ahí a la prensa que los prepara en fardos que viajan a los lugares de hilado.
Las ovejas esquiladas salen a los saltos y se alejan hacia el campo hasta donde los perros nos las puedan volver a arriar. Los puntitos blancos se multiplican en las colinas y desaparecen detrás de las arboledas de álamos. Nosotros nos acomodamos sobre un cerco de madera a observar el espectáculo mientras esperamos por el capataz que, según nos dijeron, viste una boina de color negro. Pero para nuestra sorpresa, todos aquí en el campo visten de esa manera.
Lugar: Río Grande, Tierra del Fuego, Patagonia Argentina.
Coordenadas: -53.7839,-67.6282
Fuente y más info: librosdeviaje.com.ar