El tramo que media entre ambas localidades es de 50 Km. y puede convertirse en una verdadera excursión sin necesidad de tomar grandes desvíos. Es un pintoresco trayecto en el que abundan viñedos, maizales, alamedas y girasoles y que recorre una exquisita área semi-rural que aún conserva el mayor sabor local.
Así, por ejemplo, se encuentran Las ‘Termas de la Aguadita’, un concurrido balneario ubicado en una pintoresca quebrada al pie de la Sierra de Famatina, sus aguas son recomendables para tratar afecciones nerviosas, reumatismo, artritis y para todo tipo de problemas de piel.
Siguiendo viaje se llega a El Puesto, caserío organizado a lo largo de la sinuosa calle principal, desde donde parten pintorescos callejones con plantaciones de viñas, olivos, higueras y algarrobos. Algunas familias aún conservan sus altares domésticos y oratorios, donde veneran a la virgen y a los santos con antiquísimas imágenes traídas desde El Alto Perú o El Cuzco. El Oratorio de la familia Orquera que data del año 1840, dedicado a la Virgen del Rosario, bien vale una visita.
El Mayorazgo de Anillaco merece una mención especial. Fue el conjunto rural más importante de la zona. El territorio formó parte de la merced otorgada al Capitán Gregorio Bazán de Pedraza, con la que éste formó dos mayorazgos: el de Fiambalá y el de Anillaco, donde se estableció. Fue un lugar esplendoroso, desde donde se dirigió todo el desarrollo de la región. El caserón de adobe y la capilla forman parte de los tesoros coloniales de la provincia de Catamarca. El dintel grabado de la iglesia reza: ‘Ave Maria Gratia Plena Año 1712’.
También encontramos por estos lugares las ruinas de una legendaria fortaleza aborigen: Las Ruinas de Batungasta. Del conjunto se conservan en los cerros las pircas de tres recintos circulares, sobreelevados, que seguramente cumplían una función defensiva (Pucará). El emplazamiento posee una posición estratégica desde donde se vigila el valle, la quebrada hacia el paso cordillerano, y la boca del río.
Una vez en Fiambalá, la Iglesia de San Pedro (del año 1770 y declarada Monumento Histórico Nacional) es una parada obligatoria dentro de pueblo. Sus formas responden al tipo de iglesia del noroeste colonial, con una larga y angosta nave y un coro en madera abierto en balcón hacia el interior. Su sencillo altar resguarda antiguas imágenes -entre las que se destaca la de San Pedro- y una importante colección de pintura cuzqueña.
Las Termas de Fiambalá son el principal atractivo de la región. El balneario conserva todo su encanto natural. Las termas están ubicadas en una maravillosa quebrada en la que se ofrecen algunos servicios al turista, hay baños, azadores, quinchos y cabañas para alquilar.
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