La bajante histórica que atraviesa el río Paraná desde hace más de dos años tiene muchas aristas. La organización ambiental El Paraná No Se Toca difundió en las últimas horas una serie de imágenes que preocupan y encienden las alarmas.
Las tomas aéreas fueron tomadas por una persona afín a los ambientalistas y muestran la situación de una laguna isla adentro, a la altura de Rosario. La postal es desoladora: miles de ejemplares muertos por la bajante.
Jorge Bártoli, integrante de El Paraná No Se Toca, aseguró en diálogo con La Capital que este quizás sea el momento más crítico desde el inicio del descenso del agua a fines de 2019.
En ese sentido, sentenció que “el dato más relevante es que no hay datos”. Según precisó, ningún organismo del Estado “está relevando la afectación de la fauna y la enorme biodiversidad de la isla, empezando por los peces”. Si bien en la temporada estival que por causas naturales haya cierta mortandad de peces por temperaturas elevadas o escasez de oxígeno en el agua este escenario es prolongado y atípico.
“El valle de inundación está absolutamente descubierto de agua. En nuestra zona el Paraná lo cubre cuando la altura llega a los dos metros y medio aproximadamente. Es algo que hace muchísimo que no sucede, es una llanura descubierta de agua y la mayoría de las lagunas están absolutamente secas”, detalló Bartóli.
Ante la sequía por la falta de precipitaciones en toda la región que repercute en la histórica bajante que registra la cuenca del río Paraná y que, “según advierte el Instituto Nacional del Agua, seguirá hasta al menos el 28 de febrero”.
Increíble pero real. La preocupante bajante del río Paraná no puede ser más evidente. Una filmación muestra cómo un hombre se abre paso a través del espejo agua y se adentra en las ¿profundidades?, justo enfrente de la ciudad santafesina de Rosario. Lo hace caminando. El líquido apenas le roza los tobillos.
A medida que el hombre avanza y se aleja de la costa, se oye el ruido del chapoteo. No está en una pileta para niños, sino que pasea por el mismísimo Paraná. Incluso, en su andar, el testigo directo de la bajante se topa con un banco de arena que emerge ante la escasez de agua.
Desde el 1 de enero pasado el caudal de agua del Paraná perdió 58 centímetros, ya que en el día que dio inicio al año su nivel estaba en 36 centímetros. Las perspectivas no son alentadoras: en su último informe el Instituto Nacional del Agua (INA) indicó que “prevalece una condición general de disminución de los caudales entrantes al tramo argentino del río Paraná” y adelantó que “los niveles fluviales continuarán en la franja de aguas bajas”
El INA añadió además que “la tendencia climática al 31 de marzo de 2022 es desfavorable”. La bajante del Paraná y la del río Salado, sumado a la falta de lluvias, repercute en el sistema de lagunas de la región, donde se secaron la Juan de Garay (en la ciudad de Santo Tomé), la de la localidad de Laguna Paiva y la Añapiré, situada en la localidad de Campo Andino.
La problemática está dejando a su paso miles de peces muertos y una población de tortugas acuáticas diezmada. Ese es el panorama que se observa por estos días en lagunas internas en el humedal del Delta del Paraná, frente a Rosario, denunciaron desde la organización ambientalista El Paraná No se Toca, que definió la situación como “alarmante”.