Iglesia Catedral de Nuestra Señora del Rosario
En 1890 el cura párroco Julián Toscano, envió un telegrama al prestigioso arquitecto Pedro Coll, de origen catalán, para comunicarle el inicio de una nueva iglesia en la localidad de Cafayate, que empezaba a despuntar como ciudad pujante en todo el Valle Calchaquí.
Hubo dos motivos para su construcción:
1.- El anterior templo se encontraba en estado despreciable y en ruinas.
2.- además, su ubicación en la actual Plaza 20 de febrero, dificultaba el trazado de la nueva ciudad de Cafayate, que había sido elevada al rango de departamento en 1863.
El padre Toscano, con gran visión de futuro emprende la magna obra de un nuevo templo que llegaría a ser la Iglesia Catedral de la Prelatura de Cafayate, creada por el Papa Pablo VI en 1.969 y entregada a los Agustinos de la ‘provincia de España’.
La construcción duró cinco años. Fue consagrada el 04 de enero de 1895, por el Excmo. Obispo de Salta, Monseñor Pablo Padilla y Bárcena.
Es de estilo post-colonial con influencia de la arquitectura italianizante, propia del período 1890/1900 en Cafayate. Posee una fachada planista.
El sector central presenta tres puertas en planta baja y otros tantos rosetones más arribas; en ambos casos, el elemento central es un poco más grande que los laterales. Las torres de 18 metros de altura, tienen tres cuerpos superpuestos –el último es campanario-, coronado por cúpulas que descansan sobre tambores de mucha altura.
El interior es de cinco naves –una de las pocas del país y aún de América Latina- formadas por cinco tramos del ancho total de la fachada. Son muy parecidas en sus dimensiones, excepto la central que es levemente más ancha. Tiene un total de 45 metros de largo y 21 de ancho, con un crucero de 27 metros.
La cubierta descansa sobre 26 pilares de mampostería bastante próximos entre sí, lo que unido a que la única iluminación proviene desde la fachada y de las paredes laterales, hace que este interior, tan ancho cobre un aire de mezquita.
El Altar Mayor no es precisamente el más logrado de los 7 altares que adornan el interior de la Iglesia Catedral, pero es un esbelto templete de estilo renacentista, construido minuciosamente con materiales de mampostería.
El centro está destinado para la Patrona de la Iglesia, Nuestra Señora del Rosario; en la parte derecha está el altar de la Virgen del Carmen, acompañada de San Roque de Montpellier y San Judas Tadeo; la imagen de la Virgen es muy antigua y traídas del Alto Perú, su cabeza y las manos; el resto es una armadura de madera para vestir. Las otras dos son imágenes modernas; el costado izquierdo está dedicado a la Virgen de la Medalla Milagrosa, juntamente con la de San José.
Debemos destacar que los quince cuadros de madera policromada representan los misterios del rosario y bordean el altar de la Virgen del Rosario de Pompeya, acompañada de Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena, cuyas molduras están enchapadas con láminas de oro; dicho altar fue donado por la familia Peñalva Torino.
Con el mismo estilo neogótico y similar al de enfrente, tenemos el altar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, una gran talla importada de Italia.
En la base está colocado el Sagrario, de madera dorada y sobre él una pequeña talla de Jesucristo Crucificado; está hecho de madera tallada, con policromía originaria, ojos de vidrio, espejos, cuero, nácar, mide 57 cm. Y es de reconocida belleza; la sangre brota a borbotones de la llaga del costado izquierdo, de las rodillas, del cuello y de la otra llaga del costado derecho.
Está atribuido a Justiniano Gutiérrez, imaginero del Alto Perú, del Siglo XIX.
Acompañan en el altar, visiblemente recargado, las imágenes de San Antonio de Padua, Santa Margarita María Alacoque, Santa Teresita del Niño Jesús y San Ignacio de Loyola; todas ellas de características modernas. El altar es donación de la Señor Carmen Diez Frías.
El último de los altares es de estructura moderna, sencilla, pequeña réplica de la Basílica de Fátima, para guardar a la Virgen del mismo nombre.
Tiene una gran importancia la imagen de Cristo Yacente, guardada celosamente en la parte inferior del altar. Es articulada en los hombros, lo que posibilita la ceremonia del descendimiento en la noche del viernes santo, ceremonia muy típica de Cafayate.
Todo este conjunto arquitectónico y escultórico hacen de la catedral de Cafayate un hermoso monumento, expresión del sentir religioso de un pueblo que ama a Jesucristo y a su santísima madre, la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario y que quiere plasmarlo en el arte para perpetuidad de los siglos venideros.
Fuente: Archivos del Arzobispado de Salta
Fuente: Portal Informativo de Salta