Libros de viaje: Villa Futalaufquen

PN Los Alerces

Llegar a Villa Futalaufquen es encontrarse con un paraíso. Una fila de enormes araucarias marca el camino de entrada, con un telón de montañas nevadas de fondo y unas pocas casas con jardines bien cuidados que dan cuenta de los escasos pobladores que habitan el lugar. Una nueva aventura de la familia que viaja por la Patagonia, con ustedes…. Libros de Viaje en Villa Futalaufquen, un encantador pueblo de montaña.

El día comienza muy temprano después de un largo descanso al calor de las estufas. Afuera el frío es intenso pero la cabaña se mantiene templada y junto con el sonido humeante de la pava, también comienza a percibirse el aroma de las tostadas. El sol sale lentamente por detrás de las montañas para asomarse a curiosear los últimos preparativos. En pocos minutos estamos listos para salir hacia Villa Futalaufquen en el Parque Nacional Los Alerces.

Una infinidad de curvas giran empecinadamente hacia el oeste atravesando el valle fértil; hogar de pájaros, ovejas, liebres, cigüeñas y varios cauces de agua que escurren las laderas de los cerros. Una bajada anticipa el puente sobre el río Percey que avanza caudaloso un centenar de metros más abajo. El cañadón recorta las paredes verticales de roca sólida por donde el viento juega a silbar en cada rincón. El balcón se convierte en plataforma de lanzamiento de piedras de toda índole que dan un concierto con cada zambullida.

Unos minutos más adelante descansa Villa Futalaufquen, un villorrio de calles arboladas de álamos y cipreses, casas de madera con amplios ventanales y la casi ausencia de vehículos motorizados. Los jardines se extienden hasta el mismo camino sin mediar cerco alguno y los hogares todavía sueltan el humo de los leños de la noche.

Un paseo a pie nos llena de paz y tranquilidad inundándonos de silencios y aromas vegetales, desde el rocío que permanece a la sombra de los árboles a los espectaculares amancays de vivos colores. El cielo despliega sus celestes y el sol brilla con más intensidad penetrando la gruesa capa forestal generando tubos de luz con el polvo del camino.

El desarrollo del pueblo es escaso pero intenso. El edificio de la Intendencia del Parque Nacional Los Alerces se destaca por su arquitectura de piedra construida por Ezequiel Bustillo, el mismo arquitecto que levantó en Centro Cívico de Bariloche y el Hotel Llao Llao entre otras construcciones. Su interior remodelado a nuevo cuenta con un pequeño museo y una profusa información de todo el parque.

La esquina más famosa de la villa, en donde el camino principal dobla hacia Puerto Limonao, es el lugar de encuentro de mochileros, turistas, pobladores, viajeros, aventureros y quienes se acercan al kiosco o a la parada de colectivo que vuelve a Esquel. En cambio la proveeduría “El Negro” es un sitio ideal para conocer y disfrutar de un viejo almacen de montaña, cuya oferta de productos disponibles en el momento, imponen una rápida toma de decisiones para determinar qué se come en la cena.

Con el ocaso de la tarde, demoramos un instante más respirando el aire puro de la montaña dentro del bosque de alerces tan altos como las nubes, que juegan a espiarse en los lagos que las reflejan. Volvemos a nuestra cabaña casi de noche por el camino que baja hacia Trevelin en donde la luna que asoma desprejuiciada descubre formas fantasmagóricas a la vuelta de cada curva.

Google Map: -42.8944, -71.6173

Lugar: Villa Futalaufquen / Chubut / Patagonia Argentina.

Fuente y más info: librosdeviaje.com.ar

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