Libros de viaje: Río Chimehuín

Este afamado río y especialmente su naciente en el lago Huechulafquen, han desvelado a más de un pescador mosquero con la ilusión de atrapar su gran trucha para inmortalizarla en una buena fotografía. Aventurate con la familia de Libros de Viajes, con sus bitácoras por la Patagonia.

Junín de los Andes es un poblado apartado de los caminos principales por donde circula el grueso del tránsito que se adentra en la Patagonia. Recostado sobre el río Chimehuín, sus calles en algunos casos de tierra, guardan esa tranquilidad que permite sentarse bajo un árbol a descansar junto al canto de los pájaros, caminarlas con parsimonia y detenerse a pasar la noche en legendarias hosterías colmadas de anécdotas y fotografías.

El viajero despreocupado quizás pase por alto los numerosos lugares relacionados con la pesca con mosca, pero los pescadores avezados están al tanto de las moradas en donde se atan sus moscas, saben dónde pedir información sobre las condiciones del río, conocen los mejores bodegones para ir a comer buenas truchas y frecuentan las posadas que reúnen junto al fogón, a los que vuelven del río por las noches.

Con la oscuridad el pueblo ingresa en una relajada calma que permite escuchar el mugido desvelado de las vacas y el jugueteo de los remolinos junto a las ramas de los sauces que crecen a la orilla del río, que más adelante se unirá al Aluminé para formar el bullicioso Collón Curá y seguir rumbo hacia el este en busca del mar.


Nos despertamos muy temprano y con unos mates bien calientes, ponemos rumbo oeste sobre el ripio que conduce al Parque Nacional Lanín. Tenemos planeado hacer unos lanzamientos por la mañana, almorzar y probar la boca del Chimehuín al atardecer, que tiene como costumbre competirle al volcán Lanín con explosiones de color que llegaron a opacar al mismísimo magma que emanaba de sus entrañas.

Cuenta la leyenda que durante mucho tiempo estos colosos se midieron en formidables luchas que ponían a prueba las imponentes fuerzas de la naturaleza. Cuando el sol se recostaba sobre los cerros y pintaba el cielo de impresionantes colores, el cráter respondía con furiosas erupciones de lava que escurría por sus laderas, acrecentando la altura de la montaña en un intento por dominar todo el paisaje. Su tremenda potencia lograba disipar los rayos de luz en la intensa oscuridad de la noche, mientras festejaba con estallidos, estruendos y chispazos hasta apaciguarse en un sueño profundo.

Por la mañana, el astro rey volvía con renovadas energías para provocar a la montaña y esta vez mostraba su hegemonía opacando con su potente luz, las exhalaciones emanadas por el volcán. Cada jornada se sucedía con estas escenas estremeciendo todo el valle a su alrededor. Lo único que aportaba algo de paz, eran los intensos nubarrones del oeste, que de vez en cuando se imponían para calmar la voracidad y el calor de la contienda con su lluvia sagrada.

Al cabo de un tiempo, el cono del volcán se elevó tanto que una noche de intenso frío se congeló su cráter cubriéndose de nieves eternas. Cuando despertó por la mañana su furia desató una gran tormenta que no hizo más que incrementar el hielo que lo cubría. Los truenos y temblores continuaron por varios días hasta que finalmente se apagó, cansado quizás, para nunca más volver a despertar.

Durante todo ese tiempo la naturaleza del parque tuvo que soportar estas extremas condiciones, adaptándose para fortalecer a cada uno de sus individuos con la energía que tomaba de la tierra y del agua. Por esta razón, las truchas del Chimehuín ganaron su fama de ser temperamentales, muy combativas, enérgicas y astutas, con ostentosos tamaños envidiables en el resto de los ambientes.

…el texto es parte del capítulo “La boca del Chimehuín” del libro Papá Pesqué.

Google Map: -39.79, -71.21.

Lugar: Naciente del río Chimehuín / lago Huechulafquen / Junín de los Andes / Neuquén.

Fuente y más info: librosdeviaje.com.ar

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