Esta esquina patagónica fue muy apreciada por aborígenes que acampaban en sus largas travesías, misioneros con esperanzas de evangelizar, pioneros con sueños de establecerse junto al Gran Lago y por un alemán que finalmente logró conquistarla. Una nueva aventura de la familia que viaja por la Patagonia, esta vez en el Boliche Viejo de Bariloche.
El Boliche Viejo es una construcción de chapa de típica arquitectura patagónica y es muy probable que tenga tanta vida como asegura aquel paisano. La puerta vidriada de la entrada chilla como los años que tiene su madera y el piso cruje con el paso de los comensales. El interior es historia viva. Sus paredes muestran fotografías de distintas épocas que dan cuenta del crecimiento que tuvo Bariloche y su zona de influencia. Un viejo mostrador alto es un vestigio de los años en que era pulpería y todavía se conserva la estantería de su espalda exhibiendo los productos a la venta.
Es un placer sentarse a una de sus mesas. Los mozos tienen oficio y saben bien como tratar a los recién llegados. Convidan una empanada y sugieren el palto del día con una capacidad innata para detectar el gusto de la gente. Si uno es impaciente o el estómago insistente, la espera puede distraerse con la lectura de alguno de los libros de la pequeña biblioteca sobre el mostrador.
Junto con la llegada de nuevos comensales, aparece la charla distendida con temas de la zona. Entre las mesas es posible escuchar historias de pesca con mosca, cómo está la Boca del Limay para capturar truchas, las condiciones del cerro para subir a escalarlo, los datos de un campo para comprar un buen cordero, el estado de los caminos secundarios y muchas historias patagónicas.
Lugar: San Carlos de Bariloche / Río Negro / Patagonia Argentina.
Coordenadas: -41.0553, -71.1520
Fuente y más info: librosdeviaje.com.ar