Con el nombre genérico de La Lobería se conoce un sitio de la costa patagónica rionegrina, a 65 km de Viedma, pleno de atractivos que combinan un escenario natural privilegiado con aires de energía mágica. Te hacemos viajar a conocerlo, sin moverte de donde estas!.
Dejando atrás la villa marítima El Cóndor y tras recorrer 30 kilómetros por la ruta pavimentada de los acantilados, que permite contemplar el mar desde un balcón privilegiado, se llega al balneario La Lobería.
Hay allí servicio de confitería-restaurante, junto a una bajada de escalones de cemento para llegar al mar, en tanto que para los perezosos o personas con problemas de movilidad, se cuenta con un carrito eléctrico que baja y sube paralelo a la escalinata.
La playa está protegida por acantilados de hasta 50 metros de altura, con fina arena se mezcla con piedras minúsculas y cuando la marea está baja, quedan descubiertos unos curiosos piletones cavados por el oleaje entre las piedras de las restingas, donde es posible sumergirse y nadar.
Caminando por la playa, hacia el sudoeste –donde el sol cae en el mar– a unos mil metros de distancia se arriba al sitio conocido como El Anfiteatro, donde el acantilado presenta la forma de un abanico gigante.
«La apertura franca al mar con visuales panorámicas, la presencia intensa de fauna autóctona, las mareas con gran desnivel y la energía especial hacen de este un sitio único, un lugar verdaderamente sanador«, sostuvo el arquitecto e instructor de meditación budista Michel Hanano, quien levantó en el poblado cercano un refugio para «generar un espacio de yoga, respiración y caminatas contemplativas«.
Pappático, quien recogió las palabras de Hanano en un documento sobre las virtudes mágicas del sitio, también mencionó que «desde el arte se valora el ambiente de creatividad mágica que proporciona La Lobería, y tenemos como ejemplos a los músicos viedmenses Lisandro Aristimuño y Manuel Espinosa que vienen periódicamente aquí para buscar inspiración y energía».
Hay que seguir el mismo camino de acceso al balneario, esta vez sobre tierra y ripio, con velocidad baja y alta atención al volante, para llegar tres kilómetros después a la reserva natural de Punta Bermeja, bajo el manejo responsable y compartido de la secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable del gobierno rionegrino y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
Allí se encuentra el primer apostadero de lobos marinos de un pelo de la Patagonia, considerado uno de los más importantes del mundo, con una población estable de cuatro a siete mil ejemplares, en su hábitat natural entre rocas, al pie del acantilado.
El lugar cuenta con un Centro de Interpretación Faunística donde los turistas tienen la posibilidad de conocer detalles sobre la vida de los lobos marinos y de los distintos animales autóctonos de la región a través de especímenes embalsamados, réplicas, fotos y audiovisuales.
Los lobos marinos, protagonistas centrales de este maravilloso espectáculo natural, se caracterizan por su importante tamaño; los machos adultos imponen su presencia con oscuras melenas, tres metros de largo y 350 kilos de peso; mientras las hembras, que rondan los dos metros y se envuelven con su pelaje más claro, alcanzan los 150 kilogramos.
La época de parición es entre fines de noviembre y febrero, una semana después de alumbrar su única cría las hembras vuelven a aparearse y durante los once meses siguientes estarán gestando una nuevo cachorro que al nacer tendrá 85 centímetros de largo y 12 kilos de pesos.
En la reserva de Punta Bermeja cada año se producen entre 500 y 800 alumbramientos, pero esta vez la estadística podría ser menor, según las observaciones de los guardafaunas de la secretaria de Ambiente, por razones vinculadas hipotéticamente al cambio climático.
El recorrido total desde Viedma es de 65 kilómetros : 30 hasta El Cóndor, otros 32 al balneario La Lobería por pavimento y tres más, sobre ripio, hasta Punta Bermeja.