Las Salinas del Diamante te sorprenden en plena ruta nacional 144, en Mendoza: a simple vista una enorme laguna pero en realidad no es otra cosa que una increíble mina de sal a cielo abierto en el distrito de El Nihuil, departamento de San Rafael, donde el cielo se puede ver en la tierra…
Si bien las salinas son propiedad privada, desde el verano 2015 la familia Remaggi, que administra el establecimiento desde 1916, decidió abrir las puertas al público. Además de fotos que reflejan el paso de la historia por este sitio, incluyen un museo de sal, donde se pueden ver y comparar las diferentes texturas y colores de las sales, dependiendo de su lugar de origen.
Las Salinas del Diamante se conforman por una laguna de sal y algunos bañados generados por dos brazos principales y varios más pequeños del Río Atuel que se van dispersando por la llanura hasta alcanzar la desembocadura del Nihuil y La Salina.
La imagen que se observa desde la ruta nacional 144 es impactante: al fondo se reflejan las montañas. En las cercanías se aprecia la sal sobre la superficie del terreno.
Otra de las postales del lugar, es una gran montaña de sal, que llama la atención de todos los curiosos, transformandose parada obligada durante la visita.
Debajo de la superficie hay una “capa madre” que produce sal cuando caen las lluvias e inundan el terreno deprimido. Cuando el agua se evapora, la sal queda a la vista, y eso es lo que se recoge. Es un proceso sin fin, un recurso infinito, siempre y cuando se respete la “capa madre”.
Cientos de kilómetros sin presencia humana y muy poca vegetación, toda a ras de tierra, conforman el inverosímil paisaje de esta reserva que cuenta aproximadamente con unas 1.500 ha de espejo de agua y 3.000 ha de superficie total. Las Salinas del Diamante, un lugar que no podes dejar de conocer!