Libros de viaje y una historia de fin de año

El 31 de diciembre no es el mejor día para romper la camioneta, aunque los fierros no toman en cuenta estos detalles. En un viaje por la Patagonia hay que estar preparado para un desperfecto y tener la certeza de que es posible solucionarlo, no importa dónde ni cuándo. Una nueva aventura de la familia que viaja por la Patagonia!.

«Me parece que te pierde aceite la camioneta« nos dice alguien que pasa junto a nosotros. Miramos debajo del motor y una gran mancha negra ensucia la calle. Cada tanto se ve una gota que cae rítmicamente desde arriba. Es 31 de diciembre y el pueblo de El Maitén está despertando. Tenemos muchos amigos pero la fecha apura una solución para evitar cambiar nuestros planes de recibir al año nuevo.

¡Manos a la obra que aquí somos locales! Me acerco hasta el taller de La Trochita a ver a mi amigo Carlitos Kmet, jefe de mecánicos de este famoso tren a vapor patagónico. Me recibe debajo de una Baldwin de 45 toneladas que necesita una limpieza de sus enormes pistones. Le comento el problema y con toda sinceridad me dice que él sabe todos los secretos de una locomotora a vapor, pero de motores no entiende nada. –Andá a verlo al pelado Michelena– recomienda y antes de que pueda preguntar en dónde lo encuentro suena mi teléfono.

Volvé que acá está el pelado Michelena. Va a buscar el Yipito y viene– me avisa Valeria desde la camioneta. ¡Qué coincidencia! ¿Pero qué será el Yipito?, me pregunto. Al llegar me encuentro con un Jeep destartalado, pintado hace años con distintos colores, cargado con sogas y herramientas y al pelado Michelena al volante.

Vamos a llevarla al taller nos dice y ahí mismo nos subimos todos y lo seguimos arrastrados por el “Jeepito”. Llegamos a una casa rodeada de una veintena de autos desparramados por todo el lugar, una gran mesa llena de repuestos de todo tipo, un galpón colmado de piezas en desuso y un par de camionetas con el capot abierto a la espera de ser reparadas. Al pelado no le costó mucho encontrar el desperfecto. Desarmó el distribuidor y algunas piezas del motor que fue ubicando sin demasiado orden sobre la mesa de repuestos y decretó que un orring de goma estaba estropeado.

El problema era conseguir el repuesto en Esquel, a 125 kilómetros de distancia y con el tiempo apurando para dar las 12 campanadas. Uno de los espectadores que se había acercado a tomar mate y charlar sobre bueyes perdidos, anunció que debía ir hasta allá y se ofreció a traer el repuesto. Apuró el último mate y salió a toda prisa desestimando cualquier tipo de pago por el servicio.


Mientras tanto, el “pelado” anunció que era la hora de almorzar y que volvería “a eso de las 4 de la tarde, después de dormir la siesta”... Lo único que nos quedaba por hacer era cumplir con el almuerzo y esperar a que volviera la actividad al pueblo. Lo mejor era darse una vuelta por la costa del río Chubut y tratar de pescar alguna trucha que nos distrajera por un rato.

A las 5 ya estábamos todos reunidos otra vez junto a las camionetas. Michelena le metía mano a 4 vehículos a la vez, tomando distintas piezas de la mesa de repuestos y fabricando otras para las cuales no había encontrado sustituto. Los curiosos se habían reunido con el mate y tortas fritas que fueron muy bienvenidas, pero nadie se atrevía a opinar sobre los métodos poco ortodoxos del mecánico. Alguien dijo  por ahí: si el pelado te lo arregla, no se rompe nunca más. Con la caída del sol, Michelena decretó que nuestra camioneta ya estaba en condiciones de volver a andar. Andá a probarla fueron todas sus palabras y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo.

Nos encontramos con varios amigos que enfilaban para las casas a recibir el año nuevo y se alegraban de nuestra buena fortuna. Estábamos listos para seguir viaje. Volvimos al taller y preguntamos cuánto debíamos y la nobleza de esta gente nunca va a dejar de sorprendernos. El pelado Michelena nos pasó un precio irrisorio por el trabajo que había realizado, pero quería a cambio comprar “La Trochita”, uno de nuestros libros, que según sus palabras es el orgullo de nuestro pueblo. Tímidamente me pidió si pod&iacute
;a dedicarlo y una vez firmado, se lo obsequié como un regalo muy preciado por el gran gesto que había tenido con nosotros.

Partimos con la luna llena colgándose del cielo. Cuando llegara al cenit estaríamos festejando el año nuevo. Nos estaban esperando en La Posada de Olaf, con un gran cordero al asador sin estar al tanto de nuestras aventuras. La mesa estuvo colmada de anécdotas, buen vino y una gran comida patagónica.

Bienvenido un nuevo año!!!

Lugar: El Maitén | Chubut | Patagonia Argentina.

Ver en Google Map: https://goo.gl/maps/lXari 

Coordenadas GPS: 42°03’10.5″S 71°10’29.7″W

Fuente y más info: www.librosdeviaje.com.ar 
Colección de libros y notas sobre Patagonia, viajes y deportes.

Salir de la versión móvil