Libros de viaje en El Calafate

Los niños suelen ver las cosas de un modo diferente. Hoy dejo la pluma a mi hijo Tomás de 10 años, para que nos cuente su aventura de caminar sobre los hielos del Glaciar Perito Moreno, una cuenta pendiente de un viaje que hicimos cuando tenía 5 años. De su libro “Una vuelta por la Patagonia”, una nueva historia de Libros de viaje.

Nos despertamos a la siete. Desayunamos unos libritos y grisines en la camioneta camino al glaciar.

Cuando llegamos al puerto Bajo de las Sombras, vimos al barco Perito Moreno en reparación. Sobre la playa, había unas vías puestas sobre tablones para sacarlo a dique seco. Lo habían sacado tiran­do con unas cadenas. Se veía la parte de abajo y las hélices que mueven al barco y que siempre están abajo del agua.

Poco antes de las diez, embarcamos en el Alaca­lufe. En el barco había toda una explicación sobre el glaciar mientras navegábamos por la costa sur del Brazo Rico. Cuando desembarcamos nos reci­bieron unos guías y nos llevaron a dejar nuestras mochilas en un quincho de madera que había entre los árboles. Mientras tanto íbamos avanzando por el bosque hasta la playa. Ahí, nos explicaron con fotos qué era el glaciar Perito Moreno, de dónde venía, cómo era el hielo que estaba re cerca de la playa y todos nos sorprendimos. Más tarde escala­mos unas rocas y nos pusieron los grampones para subir al hielo y mientras los que ya los tenían pues­to esperaban para escalar el glaciar, nos separaron en tres grupos. Cuando ya estaban listos todos los grupos, empezamos a escalarlo.

El glaciar de cerca tiene muchos colores; vio­letas, azules, blancos, azul claro, azul oscuro, tur­quesas, verdes, que son raros pero existen entre el hielo. Cuando estás cerca, sentís más frío que en la montaña. La textura del hielo es puntiaguda y no tan firme. Te resbalabas porque el sol le pegaba, lo derretía y lo dejaba liso, entonces en las pendien­tes te ibas para abajo si no tenías los grampones, que tienen unos pinches filosos que se enganchan en el hielo. Sobre el glaciar vimos agujeros y mu­chas grietas. Yo me metí en una cueva y mi papá me sacó fotos que salieron impresionantes. Luís, el guía, me dejó usar una piqueta para romper el hielo y también me llevó a un lugar al filo y mi papá me sacó una foto con él. En el trayecto nos mostró unas lagunas que había en el glaciar.

Más tarde, Luís nos llevó a una mesa que había escondida entre las lomas, picó hielo con su piqueta y les dio whisky a los mayores y a mí agua que juntó de una laguna del glaciar. También me dejó repartir unos alfajores que había en la mesa. Al rato nos dijo que nos íbamos a sacar los grampones solos y no costó tanto sacárselos. Cuando terminamos, nos fuimos por un sendero en el bosque y mis papás me dejaron ir libremente y me adelanté. Cuando llegué al quincho, yo preparé la comida solo; eran unos sandwiches de queso y salame, y cuando mis pa­pás llegaron al quincho se sorprendieron. De postre comimos unas bananas y alfajores.


Al rato nos fuimos a unas rocas que estaban to­das rayadas por el glaciar. Allí me puse a tallar un palo pero no me salió nada. Entonces me puse a escalar y a bajar rocas hasta que encontré una cosa de metal rara. Llamé a mis papás y me dijeron que era una estación meteorológica. Era a luz solar, te­nía como una hélice que giraba rápido para saber a cuánto iba el viento y estaba en medio de una pila de rocas para que no se caiga y tenía unos cables que estaban enganchados al piso para que no se vuele.

Después nos vino a buscar el barco que nos lle­vó a recorrer las aguas cerca del glaciar para ver la pared desde el lago. Hacía mucho frío entonces bajamos a la parte de abajo del barco, en donde estaban los asientos y nos sentamos junto a la ven­tana que tenía vista a la pared y así navegamos ha­cia el muelle. Cuando desembarcamos nos fuimos con la camioneta a otro muelle que estaba junto a los témpanos del glaciar. Subimos a las pasarelas y vimos varios derrumbes, hacía muchísimo frio y estaba totalmente nublado.

Cuando empezamos a volver a El Calafate, pasa­mos por el centro a tomar un helado, más tarde nos fuimos a una panadería a comprar el desayuno de mañana y también compramos una pizza para ce­nar. Mientras papá cocinaba mi mamá y yo habla­mos con mis abuelos y leímos libros, como todas las noches, y nos fuimos a dormir.

Por Tomás Lopez (www.librosdeviaje.com.ar) 

Lugar: El Calafate | Santa Cruz | Patagonia Argentina.

Ver en Google Map: https://goo.gl/maps/srF4K

Coordenadas GPS: 50°20’05.3″S 72°13’03.5″W

Fuente y más info: www.librosdeviaje.com.ar  
Colección de libros y notas sobre Patagonia, viajes y deportes.

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