Conoce la leyenda de la Mutisia, la flor provincial de Neuquén

Una hermosa historia de como un amor prohibido dio lugar a una de las flores mas bellas de la patagonia.

Mutisia - foto Roger Cousens

Mutisia - foto Roger Cousens

De la mano del Ministerio de Turismo de la Provincia del Neuquén les traemos esta hermosa historia, la leyenda de la Mutisia, la flor provincial.

Un cuento de un amor prohibido que dio lugar a una de las flores mas hermosas de la patagonia.

La leyenda de la Mutisia

Había hace mucho tiempo en la zona del volcán lanín, dos tribus enemigas irreconciliables, que guerreaban a menudo y no terminaba nunca el rencor entre ellos.

Sucedió que el joven hijo del cacique de una de las tribus y la hija del cacique de la otra se enamoraron locamente, pero no podían tratarse a menudo y verse abiertamente por el odio que existía entre sus padres.

Una oscura noche, la machi (hechicera) vigilaba junto el rehue (altar) durante el nguillatún. De repente rompe el silencio el graznido del pun triunque (chimango de la noche).

La machi se estremece, pues sabe que es un grito de mal presagio. Mira a su alrededor y escucha un ruido sospechoso.

Observa atentamente y ve a la querida hija del cacique, que escapa sigilosamente con el hijo del cacique enemigo: ese era el peligroso suceso anunciado por el pájaro agorero.

La machi cree que esta acción merece ser castigada, Pero antes de comunicar al padre la fuga de su hija, consulta con el pillán o deidad de su devoción:
-¿debo o no dar parte del rapto al padre de la niña?
-Sí contestó el pillán.

La machi corre entonces al toldo del cacique y delata la fuga. Enseguida se escuchó por segunda vez el alarmante grito del pun triuque.

Muy enojado, el padre ordena la persecución y captura de los enamorados. Pronto son apresados, y ante la presencia de toda la tribu son juzgados y condenados a muerte.

El no participar del odio que tienen al enemigo es para ellos un gran delito. Ante tal sentencia del pun triuque gritó afligido y doliente por tercera vez, pero nadie lo escuchó.

Ambos jóvenes fueron atados a un poste y con lanzas y machetes entre gritos e insultos todo se lanzan contra ellos dándoles la más cruel de las muertes.

A la mañana siguiente los ejecutores de este bárbaro crimen quedaron asombrados al ver que en el lugar del suplicio de los jóvenes enamorados habían nacido unas flores nunca vistas hasta entonces: hermosas flores de pétalos anaranjados.

Quiñilhue! gritaron los primeros que las vieron.

Y con ese nombre: Quiñilhue, se conoce desde entonces a la flor que produce una enredadera que se abraza y trepa por los árboles como se abrazaban la pareja de enamorados.

Avergonzados y arrepentidos, los mapuches empezaron a venerar esa flor, llamada mutisia por los blancos.

Las almas de los jóvenes, amparadas por el Futa Chao en el país del cielo se amarán por siempre, mientras esa delicada flor de pétalos naranjas nos recuerda su matrimonio, dado por hombres injustos.

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