Capilla La Purisima

Capilla La Purisima, así es conocida, en realidad se llama Inmaculada Concepción. Los últimos domingos de cada mes, los pobladores del distrito de Tunuyan. Los Árboles celebran misa en el restaurado edificio.

Con más de dos siglos de vida, la capilla Inmaculada Concepción –popularmente llamada Capilla La Purisima por los pobladores del distrito Los Árboles– les ofrece a los visitantes un viaje por la historia. El templo, referente de los arrieros del 1800, aún conserva sus paredes de adobe y pisos de rústicos tablones de madera. En su interior, las imágenes religiosas y el antiguo mobiliario convidan a un apasionante paseo por el tiempo.
El antiguo templo, de unos cinco metros de largo por tres de ancho, está ubicado a metros de la intersección de la Ruta Provincial 89 y la calle Benigno Aguirre, en el distrito rural Los Árboles, 35 kilómetros al oeste de la ciudad cabecera de este departamento, donde se llega por caminos asfaltados. En una de las dos vías de acceso al Manzano Histórico, su paisaje montañoso y el cuadro conformado por viñas, frutales, arboledas y la Cordillera de los Andes como marco hacen de este suelo un paraíso.
Son muy escasos los registros históricos sobre la capilla La Purisima, donde los últimos domingos de cada mes la comunidad de Los Árboles se congrega en la añeja construcción de adobe, con techos y pisos de madera y rústicas terminaciones en las paredes, para celebrar la liturgia.
El simple hecho de trasponer la desvencijada puerta de acceso –de doble hoja de madera– es un emocionante paso que invita a adentrarse en una historia con más de dos siglos de mudos testimonios que descansan en cada uno de los cuatro rincones de la pequeña estructura.
Dentro de ese lugar, sin ventanas, reposan las imágenes religiosas, tres vetustas bancas y el antiguo altar a cuyos pies se ubica un oratorio –de madera y mármol-, quizá el mueble más pretérito de las riquezas históricas que atesora la Capilla La Purisima.

La restauración
Junto a la única puerta de ingreso, una placa de bronce recuerda la restauración realizada en 1998 por la gestión del entonces intendente de Tunuyán, Ricardo Pont.
Los trabajos –según recuerdan los lugareños– consistieron en el recambio de las maderas del techo y el acondicionamiento de las terminaciones de las paredes, todo esto, respetando la línea arquitectónica sin transformar la estructura edilicia de este verdadero museo religioso.
La Purísima se ubica en un predio arbolado propiedad de la familia Gallardo-Méndez, donde aún hoy sus descendientes viven en una construcción que data de la misma época que la capilla en un extenso anexo lineal lindante con el templo.
Referente de los arrieros
Según la historia transmitida de generación en generación, el viejo edificio era un referente entre los arrieros que hace más de dos siglos trabajaban guiando al ganado a través de la Cordillera de los Andes, desde y hacia el vecino Chile.
Entre las paredes de la construcción lindante con la capilla se realizaban los papeleos y los negocios que daban paso a grandes y arriesgados cruces con animales por la cadena montañosa, en medio de hostiles condiciones climáticas.
La estructura era en aquellos años –anteriores al nacimiento de la Patria–, aparte de un sitio de oración y de encuentro entre los pobladores de la zona aún hoy virgen en muchos aspectos, era un oasis en medio del piedemonte cordillerano y brindaba un lugar de alojamiento y resguardo para aquellos esforzados trabajadores.

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